El Proyecto de Arte Público de Puerto Rico parte de la premisa que los seres humanos somos sujetos deseantes, y que el deseo, encuentra constantemente lugares desde donde posicionarse, como lo son el arte y la estética. Con esto en perspectiva, se creó una convocatoria dirigida a la creación de un corpus híbrido de piezas propuestas por artistas locales e internacionales, que a manera de “cadáver exquisito” se instalará a lo largo y ancho de Puerto Rico. De esta forma nuestro recorrido por la Isla, que habitamos y simultáneamente somos, generará miradas desestabilizantes como producto de la tensión entre la percepción y el deseo. En este sentido, el proyecto aspira a quebrar la mecanicidad de la mirada, apostando el espacio compartido, poniéndolo en evidencia. Así el arte público se convierte en una experiencia social que invita al espectador a negociar su deseo para dar cabida al deseo del Otro. Muchos debates se generan en torno a proyectos de Arte Público. No obstante, los cuestionamientos, conflictos y tensiones son inherentes a iniciativas de este tipo, por lo cual resulta necesario y hasta recomendable, que del producto de esa tensión surjan miradas y experiencias desestabilizantes. Estos escenarios de crisis se crean, entre otras cosas, porque el arte en espacios públicos rompe esquemas tradicionales y participa de criterios propios sobre cuestionamientos distanciados grandemente de las problemáticas del Museo. Un Proyecto de esta envergadura está dirigido no al selecto público que frecuenta el museo por opción, sino por el contrario, se dirige a todo tipo de audiencias, de manera tal, que interfiere directamente con nuestra cotidianidad. En otras palabras, el proyecto busca impactar tanto a una audiencia informada e interesada en el arte, como a un público no iniciado. Para esto, resulta necesario incorporar de forma creativa la tensión provocada entre el gusto, la experiencia y el deseo, para así crear escenarios que generen sus propias crisis y debates. Entre los debates más comunes generados ante iniciativas de proyectos de arte en espacios públicos caben señalar las siguientes. Primeramente, se espera que componga lo que
se descuidó en
la planificación urbana. Algunas ciudades del mundo han adoptado
programas de Arte Público para atender la necesidad de reivindicar
errores (u horrores) producto de la construcción desmedida
y la mala planificación. Si bien el arte en espacios público
se inscribe en el recorrido del cuerpo por la ciudad, no debe recaer,
sin embargo, exclusivamente en este la tarea de repartir de forma
democrática el espacio común. Nosotros creemos en que
iniciativas como ésta deben tomar en cuenta las rehabilitaciones
necesarias de nuestros lugares públicos, generadores de movilidad
social y dinámicas culturales. De esta manera recuperamos
la ciudad y los centros urbanos como espacios de convivencia sostenible
y saludable. Dicho de otra manera, este proyecto nos exige recorrer
el espacio a manera de texto urbano que a la vez exige ser decodificado
e interpretado. Por otro lado, se entiende que un Proyecto de este tipo puede caer en la trampa de la típica mirada costumbrista de enfoque paternalista. Nosotros por el contrario, sentimos la obligación de escapar de esos vericuetos que nos llevan a seguir perpetuando identidades vacías, y en su lugar crear un discurso plural e incluyente. Este proyecto interesa trabajar con nuestro imaginario de pueblo, ya que la mirada al arte es también una mirada a nosotros mismos. Para esto tomamos ventaja de nuestras dimensiones geográficas, -es decir no se circunscribe a la metrópolis, sino que utiliza toda la Isla como lugar de emplazamientos,- lo cual nos hace pioneros a nivel mundial. Esto nos abre las puertas a explorar la isla geográficamente y simultáneamente todas esas otras islas silentes que habitan nuestro imaginario de pueblo. Preferimos asumir una postura que habla desde el imaginario y sus bordes. Como ejemplo de ello invitamos a artistas internacionales a pensar la isla y dialogar con nuestros espacios. Pedimos al artista tanto local como extranjero, que asuma un rol activo en la sociedad y funja como facilitador de experiencias, haciendo que el emplazamiento de las piezas quede inscrito como lugar de intercambio de subjetividades y de deseos. Este proyecto intenta escapar de la imposición del relato unitario, circunscribirse a una sola categoría estética o definirse bajo una sola tendencia en el mundo del arte. Esto, mediante una convocatoria abierta que invitó a toda la comunidad de artistas puertorriqueños a someter propuestas. El factor democratizante era la calidad misma de las propuestas sometidas. El jurado, proveniente de diversos sectores culturales del país, aportó con el escogido de una muestra heterogénea, de enfoque pluridisciplinario representativo de la diversidad en materia de gusto. El resultado, es una amplia muestra de la plástica local, en donde coexisten artistas de diferentes generaciones, provenientes de diferentes medios, e interesados en temas y estilos variados. La incorporación de esta multiplicidad de artistas combinado con la diversidad de categorías y ámbitos acotados nos sitúa en los bordes, en las ambigüedades y los límites de la representación; todos creadores de espacios para el deseo. Finalmente, nuestro proyecto insiste en que hay que ser cuidadosos de que el arte en espacios públicos no caiga en la trampa de convertirse en una extensión del hermético museo; ni tampoco se convierta en in-significancia de arte en lugares públicos. Por el contrario, que se convierta en una iniciativa que pueble cada instalación de nuevos significados una conversación entre el artista, el espacio y el espectador. Es necesario materializar piezas que conversen con su entorno y que, en ocasiones problematizen nuestra cotidianidad, que obliguen a sus espectadores a pensar más allá de prejuicios estéticos. Nuestra ambición más que nada, es seducir a nuestra audiencia para que el Proyecto de Arte Público se convierta en parte de su espacio, de su vida, de su ciudad imaginada.
Celina Nogueras Cuevas |