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"Museo Rodante que se quedó en la Parguera" 
  Museo Rodante que se quedó en la Parguera
Rafael Ferrer
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Parámetros de la convocatoria
Si bien es cierto que el brillo de estas aguas languidece, la Parguera sigue siendo un destino para el turista local y extranjero. Mezcla de y villa pesquera, hoy subsiste en medio de un paisaje marítimo de islotes, mangle y aguas claras. Se propone intervenir sobre las entradas a los botes turísticos, a manera de fachada al mar, rótulo y promesa de las maravillas de la laguna de luz. La intervención deberá tener suficiente altura como para convertirse en un hito del lugar. Una estrategia de iluminación debe transformar la obra en las noches, integrándose al espectáculo nocturno desde el poblado y desde el agua.
Descripción del ámbito
En el Caribe, las formas más elaboradas del ocio tienen de testigo al mar. Esta vez se busca validar la presencia de una red de lugares famosos por sus frituras y por una mezcla de espontaneidad y bullanguería. El orden de estos lugares no responde a lógicas de composición, ni a patrones de asentamiento. En estos sitios, lo casual y provisional parece ser el origen de una lógica que los estructura sin que se note. La variedad de materiales, el , es la característica del poblado de entretenimiento frente al mar. Se solicitan obras que reflexionen en torno a nuestro Caribe playero, a esa frontera de arena, bitumul, y vellonera.
Aforismo

Ficha Técnica:
Cinco esculturas en bronce

Mi propuesta reconoce la vida del malecón, el flujo peatonal de residentes y turistas. La intención de situar varias esculturas en el área es crear una dinámica entre dichas figuras y las personas que pasan o se reúnen allí, sobre todo de noche y en los fines de semana. Para mantener una relación a escala con la figura humana y subrayar la interacción de las figuras con los visitantes, diseñé esculturas que no sobrepasan la altura de los peatones.

Los temas de las esculturas son iconos clásicos modernistas, que no sólo me parecen importantes a mí en particular, sino que representan elementos innegables del legado cultural del siglo 20. En un área sofocada por artefactos turísticos que subrayan la realidad aparente del lugar, se me presentó la oportunidad de exponer, para provocar el placer pasajero del turista, el entusiasmo íntimo de mi experiencia visual.

Por una parte La Maravilla de Marcel Duchamp, la rueda de bicicleta coronada por una luz de faro que difunde sus rayos luminosos como si fueran alas de murciélago. También La Carroza en la Jarra, la jarra cubista de Picasso, que revela en las entrañas de su forma angulosa la presencia de la carroza de Alberto Giacometti en compañía de las botellas y vasos de Morandi. A ellas se suma la emblemática Cuatro Dedos en la Taza, la taza y platillo con cuatro dedos. Compañero Cubista, un perro cubista, y Escalera Inútil, completan el conjunto. El Museo Rodante que se Quedó en La Parguera constituye un acercamiento entre las imágenes de mi cuaderno cultural, recreadas como esculturas independientes, y La Parguera.